La formación que nos ha impartido Antonio Olives ha sido muy valiosa para cuestionarse de una manera crítica y humilde, qué factores son lo que suponen eficaz la psicoterapia. Hay suficientes datos para demostrar que la terapia funciona, pero existe un porcentaje dónde realmente no funciona, ya que en ciertos casos existen abandonos o empeoramiento (de la sintomatología en usuarios y usuarias. Estos dos últimos porcentajes ¿A qué se deben? Esta formación responde a dichas preguntas de forma muy completa y respaldándose en la evidencia científica.
Sabemos por datos empíricos que la terapia es efectiva en un 80% de personas, las cuales se sienten mejor después de recibir tratamiento, en comparación con un grupo control. En este porcentaje, es importante resaltar que realmente quitar o añadir elementos en una intervención no mejora los resultados, de la misma manera que no hay diferencias entre modelos, ya que existen tantos modelos como persona en la propia forma de intervenir. Aunque las técnicas son importantes en relación a la eficacia, no existen técnicas “correctas”. Finalmente, se ha comprobado que la lealtad al modelo de intervención sí que mejora la eficacia del tratamiento, facilitando resultados mejores.
La primera parte de la formación refleja y da lugar a este debatir; en poder cuestionarse con un respaldo científico y con datos todo lo mencionado anteriormente. Entonces ¿Qué pasa con los artículos científicos que respaldan un determinado modelo o intervención? También son susceptibles de poner un ojo crítico y cuestionarse determinadas maneras de montar el estudio, de la muestra, entre otros, es decir de todo un sesgo que se forma en la investigación que va encaminada a realmente a validar esa hipótesis o demostrarla.
La segunda parte de la formación se ha dirigido a resaltar que así como las habilidades sociales son un entrenamiento y este potencia dichas capacidades, con las habilidades terapéuticas pasa lo mismo; cuanto más cantidad de práctica se realice solo o sola modifica los resultados de la intervención hacia mejor. Así lo demuestran los estudios; la práctica en solitario con la intención de perfeccionar la eficacia de la terapia es lo que facilita la de un terapeuta (no tanto la experiencia atendiendo a personas o bien el número de personas que haya atendido). Entonces aquí se reformula ese concepto de experiencia entendido siempre como el número de usuarios/as o clientes atendidos. Se ha demostrado que en cuanto el terapeuta llega a las 50 horas aproximadamente, existe una fase de meseta dónde se mantiene estable en sus habilidades y capacidades pero no se mejora.
Otra parte importante a ser mejores en nuestra intervención es implementar una cultura de feedback, mediante unos cuestionarios estandarizados para ver en un continuum dónde se sitúan en cuanto a mejor o peor en diferentes áreas de su vida, así como valorar la alianza e intervención del espacio terapéutico para poder predecir y optimizar el éxito en las siguientes sesiones. Aun así es importante tener en cuenta, según estudios, que las 6-7 sesiones primeras son las de cambio y la 3-4 sesión es un “punto de control” dónde se debería haber presentado algún cambio.
Una formación muy completa y crítica y apta para los principiantes y expertos para replantearse el rol y su papel de una forma honesta y humilde, y des del trabajo del propio terapeuta que es el que debe encontrar el camino o responsabilizarse del proceso terapéutico y de cambio, optando incluso por una derivación siendo estas a veces una intervención.
¡En ABIS no queremos dejar de aprender!
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